El desván de Mr. Zorlak
En los desvanes suele haber cosas interesantes. A mi me gusta que me inviten a visitar los desvanes de la gente y a veces mis amigos y mis desconocidos así lo hacen. Porque hasta que no conoces el desván de las personas, no las conoces realmente. Uno puede disfrutar observando en estos lugares, sentirse explorador de una nueva escena, haciendo prospecciones y calicatas con la mirada. He estado en Reinos de Taifas, territorios comanches, tierras en barbecho, galerias de arte, almacenes de antiguedades, salones secretos, biotopos arácnidos... en fin, de todo. Es un placer.
Pero cuando uno tiene un amigo shaper y te invita a ver su desván nunca sabes lo que vas a encontar; viejos modelos con mil heridas, tablas partidas, joyitas históricas, herramientas gastadas, inventos de todo tipo... pero lo bonito ha sido que he descubierto que su desván está lleno de sueños... un desván llenito de surf en potencia. Uno debe entrar en el desván de Mr. Zorlak dispuesto a imaginar.
6 comentarios:
Qué chulo! ;D no añado más.
Los desvanes parece que cuenten algo de la historia de cada uno, verdad?
Que suerte tienes, apenas conozco gente que tenga desvanes, pero cuando he visto alguno, me han resultado muy interesantes, si.
arriva el mr zorlak y todo su desvan saludos y buenas olas
Desvanes... El mejor sitio para cotillear el pasado, presente y futuro de una persona. Y todo clasificado cronológicamente según la cantidad de polvo depositada en superficie.
PD: El Sr. Zorlak hoy se ha hartado de arrastrarse por la nieve (como casi todos)
Me encantan los desvanes...y ya si puedes cotillear ni te cuento!!! cuando sea vieja me gustaría tener uno, para enseñar a los nietos..:P
gemma
Jo! me acuerdo del desván que tienen mis aitites y era una gozada subir a él, a pesar del larguísimo y oscuro pasillo que tenías que recorrer, subiendo luego por aquella escalera colgada. Era como destripar los secretos de mil y un países, lo mismo encontrabas bolas de billar, candiles de barcos, objetos raros de China, herramientas... cada día que subías era una expedición. Y lo más acojonante era salir de allí y correr para que nadie te apagara la luz y tubieras que hacer carreras para no ser la última mientras tu hermana chillaba delante de tí...
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