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jueves, septiembre 20, 2007

El mar y Yo, mi infancia isleña y toda la honestidad de un niño para mi mismo.


Mare Nostrum.

El mar y Yo, mi infancia isleña y toda la honestidad de un niño para mi mismo.


Amigables lectores, sabréis perfectamente que suelo escribir de una forma bastante fantástica, quizás alejada de la realidad por mi imaginación, mis pasiones y por el profundo romanticismo que siento en cada bocanada de aire que tomo. A veces dolorosa resistencia de mi caja torácica, a veces dulce inspiración del mundo y sus bellezas. Así es la vida. Como sacudir el dulce polen de una flor sobre los océanos y creer firmemente en que estás llenando de vida la tierra. Son verdaderos actos de responsabilidad con uno mismo, el ver el mundo de una forma o de otra. Pero verlo.

Siempre hay partes de la realidad en lo que escribo, pequeños guiños, esbozos tomados entre sístoles y diástoles de las innumerables pulsiones de vida que llevo descargadas en este mundo. Siempre soy yo aunque parezca lo contrario; en cada texto imaginario, en cada fantasía y en cada expresión. Siempre soy yo. Humilde y sincero. Yo y mi circunstancia, que decía Ortega y Gasset.

Hoy el texto va a ser mas honesto si cabe. Así lo quiero, puro como el recuerdo que siento de la isla de mi infancia. Mallorca y el mar nuestro. Tierra, mar y cielo. Estoy seguro que allí he forjado lo que soy a base de amor y felicidad. Gracias.

Escribo esto con la honestidad de un niño feliz.

Mi vida ya giraba entorno al mar y el mar giraba en torno a mi vida. Mi niñez fue sensata, bella e isleña. Los recuerdos son cálidos y soleados. Son caricias, lo digo en serio.

Era un pequeño gran nadador. Un aprendiz de marino y de persona. El primer estilo que aprendí fue el estilo del delfín, que nos enseño a mi y a mi hermana un amigo mayor. Una de esas personas que pasan desapercibidas hasta que las valoras con la fuera de un volcán. El estilo del delfín me enseñó la técnica de la apnea, muy necesaria en tiempos modernos para no morirse de hastío. De febrero a octubre la playa estaba presente, el mar estaba presente todo el año. Nadaba en el mar y en la piscina. Nadador desde la mas tierna infancia y el agua como compañera de juegos.

Yo al principio pensaba que la isla se movía, que se balanceaba como si estuviese flotando. Creo que he llegado a andar haciendo eses mientras bajaba el Paseo Mallorca de camino al cole. Yo era un pequeño marino, vivía a bordo de un terrón flotante, capitaneado por los vientos y las estaciones, por las cosas que hacía y por las cosas que pasaban. Y la isla se movía.

Muchas veces salíamos a navegar en velero. Eran unos pequeños veleros con un solo palo, una cabina para cuatro personas y una eslora que no pasaría de los 8 m. Creo que se puede dar la vuelta al mundo en uno de esos barcos. Me encantaba llevar la caña en una buena ceñida, gritar -¡botavara!- para alertar a los tripulantes e izar el spinnaker. La bandera de España ya no me gustaba por aquel entonces. Yo quería que los barcos fuesen sin banderas. Así los navegantes deberían pararse a preguntar de donde vienes y a donde vas - ¿necesita algo? buen viaje!, Salud!- Mi padre siempre me dijo que una bandera era un trapo. Con todo, la tentación de izar una bandera pirata en lo mas alto y navegar a Sol naciente en busca de aventuras me proporcionaba un grado de excitación soberbio.

No soportaba en olor a gasoil que se respiraba dentro de la cabina. Me provocaba nauseas y mareos. Tenía un pequeño motor para navegar en puerto. Era lo único malo de aquellos barcos.

Mi padre ataba un cabo a popa y mi hermana y yo nos dejábamos arrastrar varios metros atrás, remolcados por la fuerza del barco y por ende, del viento. Si ibas desnudo, callado y sumergías la cabeza levantándola solamente para respirar, la sensación es lo más parecido que puede tener el ser humano a ser una marsopa. Recuerdo las risas de mi hermana, con el chaleco salvavidas puesto y la boca llena de sal.

Las aguas de la isla llegaban a ser deliciosas. Salíamos también a pescar en un pequeño bote llamado Rufus. Yo solo pescaba peces pequeños que llegamos a freír alguna vez, si llegaban a dar una talla decente. No se como se llamaban, eran planos y con una banda negra justo antes de la aleta caudal, el resto plateado.

Me encantaba bucear con las gafas, el tubo y las aletas. No salía del agua. En Cala Brava había todo un reino submarino que dominaba como si fuese mi casa. Ir a bucear a Sa Calobra eran palabras mayores. De las sensaciones más placenteras que he tenido nunca. Allí, la playa es de pequeñas piedrecitas redondeadas, el agua es totalmente cristalina. La playa está encañonada en plena Tramuntana, a causa de la erosión de un torrente de montaña. Solíamos estar muchas veces solos. Hacíamos un juego con las piedras animados por la impresionante capacidad creativa de mi madre para hacérnoslo pasar bien y educarnos al mismo tiempo. Las cogíamos a puñados y las lanzábamos al mar desde la playa. El ruido y el eco de las piedras al caer al agua era una música sencillamente, indescriptible. Recuerdo un día en que hicimos esto solos y el mar estaba como una balsa de aceite. Cuando uno entra en el territorio de los ruidos de la infancia, de los colores, de los sabores y de los olores, se acaban las palabras. Tengo ese eco en la garganta y en el corazón y los colores de aquella playa me acompañan en los sueños.

Cuando el mar se ponía bravo, lo sentía con toda su fuerza. Era capaz de entender lo que estaba pasando. Las olas me gustaban. En la isla había pocas. Una vez al año hacíamos un viaje o dos a Galicia. Las olas empecé a entenderlas aquí, en la playa de A Lanzada. Hoy por hoy creo que lo que más me gusta del mundo son las olas.


Seguramente mi primera ola fotografiada.
No cabe duda de que el estilo ya lo llevaba en la sangre.

La isla no solo era mar, era tierra creyese yo que flotase o no. Era tierra y rocas, olivos centenarios, campos de amapolas y rebaños, montañas mágicas, cuevas de dragones, restos de los romanos, comida buena y buena gente. Las excursiones eran cotidianas. Los fines de semana comíamos de campo. Mis amigos eran los hijos e hijas de los amigos de mis padres y los amigos de mis padres, los padres de mis amigos y de los de mi hermana. El juego era continuo. No paré de jugar mientras viví en la isla. Y un niño que no para de jugar es un niño feliz.

Fui todo lo niño que pude ser, jugué libremente y sentí esa libertad. Libre para ser feliz.

Gracias.



Mi síndrome de Peter Pan en su sentido más anárquico es totalmente justificable. Y lo reivindico coño. Los síndromes están para tenerlos y ya puestos, disfrutarlos.

Creo que conocimos toda la isla. Toda.

Yo nací en un barco. Soy mallorquín de infancia y ciudadano del mundo de madurez.
Soy libre escribiendo.

¿Que más puedo esperar de un texto que me haga llorar mientras lo escribo?




Como curiosidad contaré que esta toalla es un fetiche de la isla, quizás mi primer artículo surfero. Me lo regalaron cuando ya llevaba en el mundo 5 o 6 años. Es una pequeña toalla de Snoopy que aún conservo. Es muy vieja ya. El dibujo ya está muy gastado. La sigo utilizando para la ducha. Pertenecía a un pequeño "kit" de piscina para niños, con su bolsita, su neceser, sus chanclas... con él iba a las clases de natación.
Podría tirarla ahora mismo a la basura, está vieja.
Yo no soy de esos que guardan recuerdos y les va la vida en ello.
Pero no la tiro.

miércoles, septiembre 19, 2007

La LOMOgrafía.

Es curioso, uno nunca sabe o no se atreve, a pronunciar partes del futuro inmediato. A veces lo sabemos y estamos ahí para esperar que asalten al presente nuestras intuiciones más salvajes. Nos son premoniciones, ni tiene que ver con lo sobrenatural ni lo esotérico, son puras maquinaciones mentales, entre la química de nuestro cerebro sustancioso y la física más cósmica y aplastante, entre lo tangible y la más pura esencia volátil. Conocimiento, aprendizaje, símbolos y conceptos jugando al póquer en el presente y apuestas gratuitas para el ya inmediato. Tiene que ver esto con el acierto de estar y la conciencia de ser. Lo que yo llamo el "ser siendo y el estar estando" Estados de la materia que solo nosotros podemos concebir y fugazmente paladear en un relámpago de felicidad y dulzura aplomada en el mundo. Me estoy acojonando.

La LOMOgrafía tiene que ver con esto, con esto, con la foto del alemán saltando del post anterior, con el comentario de Aramys y porque no, con Portugal. Sería muy largo de explicar esta suerte de acertijo que ni yo soy capaz de manejar. El devenir de las cosas es acojonante y los caminos del Iago son inescrutables (hasta que pasa lo que pasa), así que nos centraremos en la materia en cuestión a petición de Damián, que preguntaba que era eso de "una LOMO".

Me voy a servir de la entrada de "Lomografía" de Wikipedia que me ha parecido un artículo estupendo además de todo un manifiesto en defensa de la captación de imágenes en si misma y no de la imagen en si. Dificil de entender al fin y al cabo.

Pero antes he de decir que no tengo una LOMO. Las lomo eran unas cámaras soviéticas de lentes LOMO, debe su nombre a la Unión de Ópticos y Mecánicos de Leningrado (Leningrádskoje Optiko Mechanitschéskoje Objedinénie) , que tienen una historia bastante especial. Mi cámara es una Canon Digital Ixus 65 que es de pequeña como un paquete de tabaco, más delgada incluso, viciosa como el tabaco pero sin nicotina. Va conmigo a todos lados. Viaja en la mochila y suelo sacar fotos por ahí. Algunas son una mierda, he de reconocerlo, pero me salen fotos muy buenas, también hay que decirlo (por lo menos a mi me gustan y las disfruto, que es lo que cuenta) ¿Requiere cierta disciplina? No. Con un poco de iniciativa basta (y ser de gatillo fácil).


Una LOMO.

En el caso de la fotografía del post anterior, es curiosamente el caso de una "Lomografía". Yo iba a sacar una foto del paisaje cuando me doy la vuelta y veo al alemán encima de la duna corriendo como poseido y no pensé nada. Disparé. (esta última frase, podría ser de la II Guerra Mundial, pero no lo maté, le saqué una foto). (Mi humor es así de gilipollas).



Lo de la saturación y el error de gama eran características intrínsecas de estas cámaras como a continuación veréis en lo recojido de Wikipedia, una peculiaridad de la cámara. En mi caso es marca de la casa. No soy un experto en esto de modificar las imágenes con programas informáticos del tipo "Photoshop" o "Corel photo-paint" pero me gusta mucho la facilidad con la que uno puede hacer de una foto normalilla algo chulo con el "digiKam" (de linux, que es lo que utilizo), me gustan esas tremendas "aberraciones cromáticas" que se producen al saturar las fotos o al ecualizarlas. Algún fotógrafo decente me llamará guarro. Que me lo llame. Pero yo me lo paso bien, me gusta y mi cámara no cuesta mil euros, ni necesita de objetivos, ni pesa ni es delicada. Me divierto y repito, me gusta. Que me llamen guarro si quieren.

Entrando en materia:

La lomografía (< inglés lomography) es un fenómeno fotográfico de culto extendido a nivel mundial. Su nombre hace referencia a la LOMO LC-A, una cámara compacta de la marca soviética LOMO (en cirílico: ЛОМО).

Es una cámara totalmente automática, de alta sensibilidad, capaz de registrar color y movimiento sin necesidad de flash y sin deformación.

Sus principales características son:

  • Produce un error de gama.
  • Saturación de los colores.
  • Aparición de viñeteado.

Leyes de la Lomografía.

Tratando de encontrar la ley de una moda, de lo que ahora se define lomografía: una filosofía para desadaptados grafómanos... un vicio a la fotografía, que consta en darle vida a las imágenes. Se crean así secuencias que recorren visualmente momentos sin importancia, composiciones casuales, donde no existe otro mérito sino el de haber estado ahí, en ese instante, en el tiempo extemporáneo del disparo. La lomografía insiste en la importancia de de sacar fotos... no en el resultado. Es, en cierta medida, como el teatro: un arte efímero, que desvanece con el propio disparo y ya no se encuentra grabado (presente) en la imagen. La imagen no está en la foto, la cual solo representa la presencia viva, el objeto fotográfico, una lógica consecuencia, mera memoria y obvio documento, que se produce a través del disparo.

Decálogo Lomográfico

  1. Lleva siempre la cámara contigo.
  2. Utilízala de día y de noche.
  3. Lomografiar no interrumpe tu vida cotidiana, la pone en escena.
  4. Dispara desde la mano, no desde la cara.
  5. Acércate todo lo que puedas a tu objetivo.
  6. No pienses
  7. Sé rápido.
  8. No es necesario saber lo que tienes en el carrete en el momento.
  9. Después tampoco.
  10. No te preocupes por ninguna de las reglas.




Algunas de mis "lomofotografías", si se quiere:










martes, septiembre 18, 2007

Deutscher sprung


Yo libro por la semana normalmente, así que mi tiempo de ocio se reduce a una contemplación del mundanal ruido mientras me levanto tarde, tomo un café en alguna cafetería, como un señorito, leo el periódico y si cuadra, soy capaz de escribir algo o leer algo o hacer algo más que vagar por ahí.

Otros días hago como hice esta semana. Esos son los días buenos. Cojo el coche y hago un pequeño viaje de ermitaño ascético en busca de olas y metafísica. Ayer me fui a la zona de Costa da Morte y regresé ahora, hace un rato; solo hubo dos baños, uno en Soesto y otro en... bueno, dos baños. Por la tarde estaba bueno Nemiña, pero había mucha gente en el agua y el viento era brutal. Estuve leyendo un rato fuera, resguardado en el murito y me asaba de calor como un pollo al horno, además el viento traía arenas que se metían entre las páginas del libro. No soy maniático, pero que las arenas se metan entre las páginas de un libro es algo horrible, así que me metí en el coche. Me harté cuando el viento no paraba de sacudir el coche y las bacas del coche lo hacían silbar. Así que me vine.

Siempre que viajo solo por ahí me dan ganas de entablar conversación con todo el mundo, a ver que cuentan. Normalmente no me atrevo. No es que no me atreva, perdón; esto requiere cierta explicación. Atrever me atrevo, pero no consigo reunir la suficiente iniciativa. No es una cuestión de ego, de eso estoy seguro. Además dicen los que me conocen que tengo bastante empatía, por lo menos educado y así lo creo yo también. Será una cuestión de vagancia propiamente dicha, que es lo que me impide hacer un montón de cosas en esta vida.
Puede que esté enfermo de vagancia. Esto, como todo, se cura viajando.

Estaba sentado en el coche con el portón del maletero abierto y mirando el cielo sobre las dunas a última hora. En Soesto hay la costumbre de ir a ver el mar cada cierto rato por la pasarela de madera ya que este queda oculto tras las dunas si estás en la zona del campamento. La gente escucha el mar o nota subir o rolar el viento y es un continuo devenir de surfers por la pasarela, van, vienen, se sientan allí, cayados o charlan, es curioso. Un ritual íntimo a la vez que generalizado. En esta ocasión, de la pasarela venía Leon, un alemán que amablemente saluda con una sonrisa y se acerca. Correspondo, faltaría más. La conversación, casi banal, resulta agradable de por si. El habla un portugués decente, estuvo viviendo en Lisboa, yo le hablo en un gallego aportuguesado, gallego al fin y al cabo. Vimos ponerse el sol desde la playa.

Se acerca su compañero de viaje Estefan y me invitan a cenar en el gran furgón destartalado con el que bajaron de Alemania a principio de verano. Allí están más alemanes, Lucas con una furgoneta moderna, una multivan prácticamente nueva y con un montón de extras, un lujo. En una vieja caravelle negra viajan, Sebastian, Jens y no consigo recordar el nombre del tercero de abordo, que es el que salta en la fotografía.

La cena muy buena; crepes rellenos de verduras y salsa picante. La cena muy picante, con chile y todo. Enseguida me dio la sensación de que el que viajaba era yo. El idioma no resultó ser un gran problema ya que me sorprendió bastante el hecho de que hablasen un poco de castellano y lo entendiesen casi todo. Recurrí al inglés muy poco la verdad.


Ahora soy un poco menos vago y más ciudadano del mundo, quien me lo iba a decir. Se pude viajar físicamente, mentalmente, se pude leer, aprender, conocer... todo solo, pero siempre tiene que haber gente, estamos condenados a ser seres sociales.
Soy partidario de abrir las puertas de la expresión y que las palabras salgan por la puerta grande; que nos viajemos, que nos leamos, que nos aprendamos y nos conozcamos.
Cada cultura es una cosmovisión y cada individuo un producto de la misma y todos, en un único cosmos.

De eso hablamos en la sobremesa, en plena noche a la luz de una vela. Con las limitaciones del propio lenguaje, hablando despacio y claro.

6 a 1. Así que el que ha viajado he sido yo... un salto a Alemania.


Dank für das abendessen

jueves, septiembre 06, 2007

Desenhos do dia.

He incorporado a la lista de la "Blogosfera Surfera" algún que otro link en portugués y pensaba incorporarlos sin más, pero no he podido dejar pasar la oportunidad sin hacer una mención especial al blog de Joao Catarino.

En este blog se presenta de forma totalmente visual la realidad a traves de los ojos de un artista y de un surfista. Joao va por el mundo con su cuaderno de viaje, en el retrata su realidad con dibujos en vez de líneas, en un devenir de viñetas asombrosas. Fotografías tomadas con la mente y plasmadas con su arte que llegan a ser conceptos.

Os pongo una serie de viñetas relacionadas con el mundo del surf a ver que os parece... a mi verdaderamente me abruman. Son una maravilla.






Mi hermana en Venezuela.

Este mes pasado mi hermana viajó a Venezuela aprovechando la invitación de una compañera de trabajo que es de allá, así que a esta, que le gusta más viajar por ahí que otra cosa y después de pasar unos días de Junio en Italia (por Lucca, Siena y Florencia), aunque de trabajo, se fue al otro lado del charco unos 20 días. No fue en plan turismo de sol y playa y aprovechó el ir con gente de allá para conocer mejor aquello. Supongo que es la mejor forma de viajar; ir con gente que conozca el lugar.

Os dejo unas fotos que he seleccionado de distintos sitios y como no, empezamos por las olas... se acordó de mi... que maja. (y yo me acordé de ella!... con lo poco que he pillado este verano)

Surfistas en la zona de Higuerote.





Algunas fotos de Caracas y entorno.










Zona de Mochima.








...y de Isla Margarita.









lunes, septiembre 03, 2007

En el taller de Zorlak

Como hace tiempo que no tengo nada que contar, ni historias fantásticas sobre surfistas y mares, ni sesiones espectaculares, ni surfaris espontáneos, ni divertidas anécdotas de viaje... pondré algunas fotos del taller de Zorlak, donde Walter nos deleita con su sabiduría en el arte del shape. Pasamos el rato, aprendemos mientras nos arreglamos nuestras tablas bajo la atenta mirada del maestro, hablamos un poco de todo y hasta arreglamos la defensa del coche como hice yo el otro día bajo las directrices de Walter, que podría montarse un taller de chapa y pintura incluso. Se pasa bien allí, lo único que falta es una hamaca debajo de la viña y una tía que me vaya llevando las uvas a la boca.


La higiene en el trabajo es una de las grandes preocupaciones de Walter. Este es su EPI (equipo de protección individual) para afrontar los riesgos que conlleva trabajar sobre 20 centímetros de nieve en polvo. Sabemos que lo han instruido en las mejores talleres de tablas de Floripa, Brasil.


Serruchando. Al aparato Walter y con las manos sobre el foam, Diego.


Diego repara su Jed Noll y bebe Heineken en unas optimas condiciones de salubridad.
No comento nada más ni me invento historieta alguna, por petición expresa del retratado.


Típica estampa.
Walter dando instrucciones y yo intentado lijar de una puta vez mi tabla. A la derecha Noé, el artista pintor también conocido como "One".
No recuedo quien saco la foto; o Rafa o Diego o Perry...


Midiendo el tamaño de la p...
foto: Diego
idea: iago
guión: espontaneo.
Extras: Walter (serruchando y a lo suyo)


Detalle, herida de guerra... a solas en el taller uno se siente como en un hospital.


Ni orden ni concierto.
Sólo Walter conoce los entresijos del orden y del estado de las cosas en su propio universo.


Long...



Nota: si pincháis la imagen, se verá más grande, como siempre.